Tú al Campo y Yo a la Ciudad

Durante esta pandemia un buen amigo mío me introdujo en una teoría a la que llevo varios meses dándole vueltas. Los buenos amigos están para eso: Para sacarte de tu ensimismamiento y reducido mundo ideológico y adentrarte en otras tendencias que te sirvan para contrastar creencias o corroborar «miedos». La Teoría del Decrecimiento ha sido un hermoso descubrimiento; pone los puntos sobre las «íes» al lavado de cara con el que el capitalismo quiere apropiarse de la imperiosa necesidad de encontrar alternativas a nuestra existencia de Homo Consumistas. Y es que llevamos décadas consumiendo las reservas del planeta y haciendo caso omiso a todas las señales de alarma que nos advierten de que el tiempo que nos queda para reaccionar contra el cataclismo que se avecina es cada vez menos. Quizás ya lo hayamos agotado y estemos a merced de las consecuencias.

No es fácil salir de un sistema que lo impregna todo, que llega a todas los recovecos de nuestra existencia social y económica, haciendo casi imposible imaginar, y mucho menos poner en práctica, una vida alternativa. Puede que este sea uno de los mayores retos a la hora de implementar una nueva mentalidad y medidas de acción que pongan freno a la barbarie que sería vivir en un mundo sin agua potable o aire respirable, por ejemplo. Un escenario así no es ciencia ficción. Es una posiblidad que, por desgracia, es cada vez más posible. Lo cierto es que un cambio de tamaña magnitud como el que predica la Teoría del Decrecimiento, supondría un duro golpe para el sistema capitalista, ya que el fin de esta Teoría, como su propio nombre indica, sería reducir el crecimineto, máxima que es la raison d’être del mercado liberal.

El sistema capitalista se está dando de bruces con la realidad: Los recursos son limitados. El crecimineto infinito es IMPOSIBLE. Entonces? Es hora de hacer realidad todos esos conceptos bombásticos que tan bien quedan sobre el papel. Nos ha llegado la hora de innovar, de ser sostenibles, de poner a trabajar nuestra creatividad y nuestra tecnología al servicio de nuestra propia supervivencia, y no de la supervivencia de nuestra riqueza material. Ha llegado el momento de estar vivos para algo más que para vivir experiencias. Quizás nos ha llegado la hora de ser esa experiencia que la naturaleza nos está implorando que seamos. Definitivamente, nos ha llegado la hora de escucharla y de… Cambiar?.

El cambio puede hacerse de modo organizado o … a través de una Revolución. Si bien es cierto que para hacer frente a los retos actuales precisamos un giro radical en nuestros hábitos de consumo de materiales e ideas, no es menos cierto que las revoluciones acontecidas a lo largo de la historia son un claro ejemplo de que el orden y la seguridad se ven drásticamente comprometidos cuando perdemos el control y nos dejamos arrastrar por las pasiones (o la necesidad). En incontables ocasiones nuestra raza ha demostrado que, a pesar de poseer el don del conocimiento acomulativo, tenemos una idiótica tendencia a repetir errores que son fácilmente diganosticables y evitables. El ejemplo contemporáneo lo tenemos en el cambio climático.

Desde 2015, ya son más de 190 países en todo el mundo comprometidos con tomar medidas destinadas a limitar el incremento de la temperatura del planeta. Dinamarca no solo se ha comprometido a alcanzar las metas establecidias en el Tratado de París, sino a excederlas, aspirando a convertirse en la primera capital mundial Carbon-Neutral en 2025. Para conseguirlo, se centra principalmente en:

  1. Renovación del consumo de energía.
  2. Innovación en la producción de energía, haciendo hincapié (e inversión) en energías renovables.
  3. Mobilidad. Más bicicleta, vehículos híbridos y reducción del coche privado a menos del 25% para el 2025. Obejtivo: Reducir las emisiones de carbono en más de 20,000 toneladas en todo el país de aquí a 5 años.
  4. Liderar dando ejemplo. Para ello se pone especial énfasis en educar a los líderes del futuro en la problemática del cambio climático y los retos que este plantea a la población mundial contemporánea.

El esfuerzo legislativo, social y económico de poner todo este plan en marcha es ingente. La responsabilidad de que funcione recae en cada uno de los ciudadanos de este país, como consumidores y votantes conscientes. Desde que en el 2014 Copenhagen fue nombrada Capital Verde Mundial, han ido emergiendo iniciativas que promueven una mayor sostenbilidad, como las granjas urbanas y el terreno público cultivable.  Hoy en día ya son miles de urbanitas los que pueden aprender y disfrutar de la experiencia de cultivar sus propios vegetales en lugares como østerGRO, donde se puede trabajar como voluntario a cambio de comida gratis y poder llevarse a casa un puñado de vegetales de propia cosecha. Como decía Marie Hertz de SLOW Living, una organización que promueve garden-to table workshops para individuos y empresas, la gente está deseosa de una catharsis. 

La Catharsis: El Campo en la Ciudad

Quizás el Covid haya sido el principio de esta catharsis? A raíz de esta pandemia, el mundo se ha visto obligado a frenar. Pero no solo es necesario un cambio de ritmo; también lo es el reflexionar sobre qué estilo de vida llevamos y qué podemos y debemos cambiar para mejorarlo. Como no creo (ni me gusta) el concepto de estresarme en soledad y me considero solidaria, quise indagar en todas estas problemáticas preguntando a aquellas personas de mi círculo que, durante este parón al que nos sometió la pandemia, se dedicaron a tomar acción e implementar pequeños grandes cambios en su día a día.

Las iniciativas propuestas por organizaciones que han promulgado la vuelta a la rural y demandado más espacios cultivables en plena capital, se están afianzando con mayor o menor éxito en varias capitales de Europa. Por ejemplo, en Copenhague ha aumentado la demanda de alquiler de espacios aptos para el cultivo. Todos los ciudadanos tienen acceso a este terreno. La solicitud se abre cada 1 de Marzo y, dependiendo de la zona, suele haber una lista de espera de 2 a 4 años, nos cuenta Mathias, vecino de mi comunidad en Amager.

Cultivar tus propios vegetales supone el reto de tener aprender cuáles son las características de cada planta, conintúa Mathias, pero ofrece la posibilidad de tener un espacio verde en medio de la ciudad que también resulta perfecto para pasar tiempo con los más pequeños.  Cuando le pregunto por los beneficios de trabajar tu propia parecela de tierra, su respuesta es rotunda: Ver y disfrtutar del fruto de tus esfuerzos es una gratificación instantánea, además de ser una oportunidad magnífica para socializar con gente que siente pasión por este tipo de actividad. 

Los escandinavos suelen aparecer como ejemplo a seguir en muchas estadísticas. Sin embargo, este tipo de iniciativas también están cobrando fuerza en otros países. Como nos comenta Julien Marionnet, Emprendedor Creativo afincado en la capital de España, Madrid ya tiene muchas opciones de huertas colectivas, pero me parecen mas simbólicas que produtivas. No creo que haya suficiente espacio para todos. Confío más en iniciativas semi-privadas o privadas como  esta https://huertosecologicos.es, donde tienes tierra, consejos, material y una gran calidad informativa. Pero lo importante es que haya grandes terrenos que estén al alcance de la población urbana (y a ser posible, que sean accesibles en transporte público) donde se pueda cultivar o incluso comprar frutas y verduras ecológicas, locales y de temporada!.

Es un comienzo… Los ciudadanos de a pie jugamos un gran papel en concretizarlo y seguir escribiendo este capítulo a través de nuestras acciones y demandas.

Revalorización del Mundo Rural

Según Naciones Unidas, el 50% de la población mundial actual está condensada en las ciudades. Mientras que las urbes sufren una gran presión demográfica, empeoramiento de la calidad de vida y aumento de la contaminación, las zonas rurales de despueblan y las opciones educativas, profesionales y culturales de los que se quedan allí se ven reducidas a mínimos insostenibles. Ha llegado la hora del cambio?.

Foto cedida por Julien Marionnet. Huerto creado por él en colaboración con amigos y vecinos en la Sierra de Madrid. Una apuesta muy acertada por la vida rural y por disfrutar de un trabajo bien hecho y … De sus frutos!

A raíz de esta pandemia, muchos se habrán planteado un cambio en su estilo de vida. Julien ha pasado de una ajetreada vida de empresario con varios desplazamientos internacionales mensuales, a una de confinamiento y vida en el campo. Cuando le pregunto si ve factible una transición a una vida en mayor contacto con la naturaleza y cómo compatibilizarla con el trabajo de oficina, responde que para las empresas y los puestos de trabajo compatible con el teletrabajo, creo que hay mucho que ganar (motivación, bienestar,…). Flexibilizando normativas y horarios, parece factible. Para los gobiernos, creo que lo importante es buscar el equilibrio y tener cuidado de que los ciudadanos urbanos no invadan las comunidades rurales con sus posibles consecuencias negativas.

La vuelta a lo rural, más que una moda, es una necesidad. O una moda necesaria. Sin embargo, este estilo de vida no es nuevo. Como dice Julien, no hemos inventado nada. Al contrario, estamos aprendiendo a perder malos hábitos y a conectar con la tierra, con la naturaleza, con el trabajo realizado con tus manos, con un proyecto donde el tiempo pasa de otra forma.

En la antigüedad, el cultivo de la tierra fue fundamental en el surgimiento y desarrollo de las ciudades. Quizás es hora de que las complejas sociedades modernas retomen este contacto con la tierra de la que tanto dependemos y de la que tanto nos hemos alienado. No es cuestión de retornar a la caverna, sino de sacar lo máximo de las opciones que tenemos a nuestro alcance. Lo rural y lo urbano deben de encontrarse a medio camino para revalorizar y sacar provecho de lo mejor de ambos mundos. De ello quizás dependa nuestra supervivencia en este bello planeta.
No deberíamos desaprovechar esta oportunidad.

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